La noticia en principio no parece nueva, incluso el logro que se anuncia parece repetitivo, pero eso es lo que la hace importante, sorprendente y esperanzadora. Brasil ha salido de la vergonzosa lisita de los países más hambrientos del mundo y el presidente Lula da Silva ha vuelto a repetir la hazaña de su primer mandato, al lograr sacar de la pobreza, esta vez, en sólo tres años, a 24.4 millones de brasileños.
La FAO ha publicado el pasado lunes 28 de julio su informe sobre el estado de la seguridad alimentaria del planeta y Brasil salió del mapa del hambre, lo que significa que ha reducido a menos del 2,5% el porcentaje de su población que pasa hambre o está desnutrida.
Combatir el hambre y la pobreza, ha sido una de las motivaciones que ha llevado a este líder sindical, convertido en un gran jefe de Estado, a trabajar incansablemente por el desarrollo de su país, y a diseñar polìticas públicas que tienen como prioridad al ser humano. El propio Lula ha celebrado este logro, con un mensaje en el cual ha destacado que se trata de una conquista histórica “que muestra que con políticas públicas y compromiso con el pueblo es posible combatir el hambre y construir un país más justo y solidario”.
La prensa internacional ha recordado que cuando Lula llegó al gobierno en 2022, colocó la lucha contra el hambre como su prioridad número un. Se planteó el objetivo de alcanzar esa meta para 2026, al terminar su mandato, pero lo ha logrado antes.
Los analistas económicos indican que las causas de este logro hay que buscarlas en el impacto de los programas sociales que impulsa el Partido de los Trabajadores de Lula, que entrega ayudas a cambio de que las personas favorecidas garanticen enviar a sus hijos a la escuela y llevarlos a vacunar. También ejecutan programas de créditos, agricultura familiar, y mejoran los salarios por encima de la inflación, entre otros esfuerzos en esa línea.
El Gobierno brasileño ha celebrado este hito recordando los buenos datos económicos: además de reducir el número de hambrientos, Brasil consiguió rebajar al 4,4% el número de personas en situación de pobreza extrema, diez millones menos que en 2021. La tasa de desempleo el año pasado cerró en el 6,6%, el mejor dato desde 2012, y el índice de Gini, que mide la desigualdad, cayó al 0,506, el mejor resultado de la serie histórica.
Lula da Silva, que conoció la pobreza extrema y probó el pan a los siete años de edad, llegó al poder y no abandonó a su clase, todo lo contrario, la asumió para que fuera el centro de sus políticas sociales, y hoy esta recogiendo el fruto trascendente de haber sacado a su país de la oprobiosa lista de la ONU de los países con extrema pobreza del mundo.
Lo ocurrido debe servir de gran ejemplo para los políticos latinoamericanos, envía muchos mensajes a los gobiernos, y demuestra que hay que desarrollar los países y utilizar la riqueza que se genere, en todo lo que pueda convertirse en bienestar colectivo..varios hurras para Lula!!!