Este año 2025 ha comenzado con muchas incertidumbres desde temprano,debido a los cambios e impactos que se otean en el horizonte, en la relación comercial entre los países de mayor potencialidad económica.
Aunque existen otros elementos perturbadores, como las guerras, solo mencionamos el aspecto económico y comercial, porque es el que de manera más rápida provoca nerviosismos y reacciones, que impactan el quehacer económico de cada país.
Sin dudas, el “fenómeno Trump”, constituye la principal causa de esta incertidumbre, por las medidas que ha puesto en práctica, en su objetivo de reducir el enorme déficit comercial que sigue creciendo imparable, además de su predicamento de volver a lograr la grandeza de los Estados Unidos de Norteamérica.
Realmente lo que está haciendo Trump es adoptando medidas extremas, para evitar un colapso en la economía de su país, cuya industria se ha quedado resagada, tiene una burocracia paralizante, un creciente déficit comercial con China, México y Cánada, y una preocupante deuda pública con tendencia al crecimiento, especialmente durante la última década, pasando de 13,5 billones de dólares estadounidenses en 2010 a más de 33 billones en 2023. También,serios problemas sociales y políticos a lo interno (drogas, violencia y odio racial, fraccionamiento social) que han ido degradando su sistema democrático. La propia irrupción de Trump en la vida pública estadounidense, es parte del problema.
El garrote norteamericano esta vez no son las cañoneras de principios del siglo XX, sino los aranceles y los apoyos económicos, que Trump ha comenzado a revisar, iniciando con China, México y Cánada, que son quienes más exportan hacia EE.UU., gravando las importaciones del acero y el aluminio hasta en un 50%. Esto es, la suma de gravámenes anteriores con el nuevo de 25% anunciado.
Esta política de Donald Trump, específicamente los aranceles al acero y al aluminio, tendrá algunos efectos regresivos para la economía estadounidense, sobre todo para la industria automovilística a la que le hace falta ser más competitiva, abaratando sus costos, y el acero tiene vital importancia en los costos de un auto. Para el resto del mundo serán unos efectos inflacionarios con el encarecimiento de muchos productos derivados del acero y el aluminio.
Esta guerra de aranceles no pinta nada bueno, ya que tendrá impactos muy fuertes en la industria de la construcción y la vivienda, en República Dominicana. Este segmento ha venido incrementando sus costos, por lo que nuevos incrementos podrían provocar una ralentización en esta importante actividad, que igual bajaría su aporte al PIB.
Nuevas alzas en los costos de la construcción tendría también repercusiones sociales y laborales, ya que se pondría más lejos obtener una vivienda y muchos trabajadores de la construcción perderían sus puestos de trabajo.
El asunto requiere que el gobierno y los sectores que inciden en la industria de la construcción se reúnan con tiempo, discutan el tema y planteen posibles acciones, y no esperar una crisis para actuar.
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